Alguien será capaz de decir que no es un asesinato, alguien será capaz de decir que se joda el padre, alguien será capaz de decir aquello de cómo lo tiene que haber pasado la madre para llegar a eso.
Y ese alguien será consecuencia directa de la idocia de un sistema basado en las proclamas vacías de unos políticos que simplemente buscan aprovecharse del dolor por su beneficio, será consecuencia de la tergiversación de los significados de la lucha de aquellas mujeres que lo han y lo pasan mal a causa de energúmenos que mancillan el adjetivo calificativo de hombre.
Queremos justicia igualitaria donde el asesino tenga la máxima condena indiferentemente de su sexo, su raza, su origen o el idioma.
Queremos una justicia coherente, lógica y justa, donde el inocente y víctima no sea el perjudicado.
Debemos poner fin a la utilización de los niños como arma en una disputa de divorcio, tenemos que acabar con la injusticia. Endurecer las penas en pro de que no sea tan fácil salir airoso de estos actos.
Me da igual si es hombre, mujer, si su origen es nacional o extranjero, si su color es blanco, negro, marrón, amarillo. Me da igual si vota a la derecha a la izquierda, si es ateo, si cree en Dios o el Diablo.
Es un asesinato.
Y la pequeña es una inocente víctima de un ser desalmado.